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lunes, 9 de noviembre de 2015
jueves, 29 de octubre de 2015
BIOGRAFIA
GABRIEL GARCIA MARQUEZ
Gabriel García Márquez
La
infancia mítica
Gabriel García
Márquez nació en Aracataca (Magdalena) el 6 de marzo de 1927. Creció como niño
único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres, el telegrafista
Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, se fueron a vivir, cuando el
pequeño Gabriel contaba sólo cinco años, a la población de Sucre, en la que don
Gabriel Eligio abrió una farmacia y Luisa Santiaga daría a luz a la mayoría de
los once hijos del matrimonio.
Los abuelos de
García Márquez eran dos personajes bien particulares y marcaron el periplo
literario del futuro Nobel: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra
de los Mil Días (1899-1902), le contaba a Gabriel infinidad de historias de su
juventud y de las guerras civiles del siglo XIX, lo llevaba al circo y al cine,
y fue su cordón umbilical con la historia y con la realidad. Doña Tranquilina
Iguarán, su cegatona abuela, pasaba los días contando fábulas y leyendas
familiares, mientras organizaba la vida de los miembros de la casa de acuerdo
con los mensajes que recibía en sueños: ella fue la fuente de la visión mágica,
supersticiosa y sobrenatural de la realidad. Entre sus tías, la que más lo
marcó fue Francisca, quien tejió su propio sudario para dar fin a su vida.
Gabriel García
Márquez aprendió a escribir a los cinco años, en el colegio Montessori de
Aracataca, con la joven y bella profesora Rosa Elena Fergusson, de quien se
enamoró: fue la primera mujer que lo perturbó. Cada vez que se le acercaba le
daban ganas de besarla, y sólo por el hecho de verla iba con gusto a la
escuela. Rosa Elena le inculcó la puntualidad y el hábito de escribir
directamente en las cuartillas, sin borrador.
García Márquez (centro) con parte de sus hermanos (Aracataca, 1935)
En ese colegio
permaneció hasta 1936, cuando murió el abuelo y tuvo que irse a vivir con sus
padres al sabanero y fluvial puerto de Sucre. De allí pasó interno al Colegio
San José de Barranquilla, donde a la edad de diez años ya escribía versos humorísticos.
En 1940, gracias a una beca, ingresó en el internado del Liceo Nacional de
Zipaquirá, una experiencia realmente traumática: el frío del internado de la
Ciudad de la Sal lo ponía melancólico y triste. Embutido siempre en un enorme
saco de lana, nunca sacaba las manos por fuera de sus mangas, pues le tenía
pánico al frío.
Durante los seis cursos que pasó en el Liceo de
Zipaquirá, hubo de recorrer al menos dos veces al año, en barco de vapor, el
río Magdalena, principal arteria fluvial del país; esta experiencia, acaso la
última remarcable, y sobre todo aquella asombrada primera infancia en Aracataca
hasta los nueve años, con el incontenible aluvión de historias y leyendas oídas
de sus abuelos y sus tías, configuran el substrato mítico del que García Márquez
partiría para la composición de Cien años de soledad y la mayor parte de su obras.
En Zipaquirá tuvo como profesor de literatura,
entre 1944 y 1946, a Carlos Julio Calderón Hermida, a quien en 1955, cuando
publicó La hojarasca, le obsequió con la siguiente dedicatoria: "A
mi profesor Carlos Julio Calderón Hermida, a quien se le metió en la cabeza esa
vaina de que yo escribiera". Ocho meses antes de la entrega del Nobel, en
la columna que publicaba en quince periódicos de todo el mundo, García Márquez
declaró que Calderón Hermida era "el profesor ideal de Literatura".
En los años de
estudiante en Zipaquirá, Gabriel García Márquez se dedicaba a pintar gatos,
burros y rosas, y a hacer caricaturas del rector y demás compañeros de curso.
En 1945 escribió unos sonetos y poemas octosílabos inspirados en una novia que
tenía: son uno de los pocos intentos del escritor por versificar. En 1946
terminó sus estudios secundarios con magníficas calificaciones.
Estudiante de leyes
En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a
Bogotá para estudiar derecho en la Universidad Nacional, donde tuvo como
profesor a Alfonso López Michelsen y se hizo amigo de Camilo Torres Restrepo. La capital del país fue para García Márquez la
ciudad del mundo (y las conoció casi todas) que más lo impresionó, pues era una
ciudad gris, fría, donde todo el mundo se vestía con ropa muy abrigada y negra.
Al igual que en Zipaquirá, García Márquez se llegó a sentir como un extraño, en
un país distinto al suyo: Bogotá era entonces "una ciudad colonial, (...)
de gentes introvertidas y silenciosas, todo lo contrario al Caribe, en donde la
gente sentía la presencia de otros seres fenomenales aunque éstos no estuvieran
allí".
Los estudios de leyes no eran propiamente su
pasión, pero logró consolidar su vocación de escritor. El 13 de septiembre de
1947 publicó su primer cuento, La tercera resignación, en el número 80 del suplemento Fin de Semana del
rotativo El Espectador, dirigido por Eduardo Zalamea Borda. Zalamea, que
firmaba sus columnas con el pseudónimo de Ulises, escribió en la presentación
del relato que García Márquez era el nuevo genio de la literatura colombiana;
las ilustraciones del texto estuvieron a cargo de Hernán Merino. A las pocas
semanas apareció un segundo cuento: Eva está dentro de un gato.
El 9 de abril de 1948 fue asesinado el líder de la
oposición, Jorge Eliecer Gaitán; los violentos desórdenes que ese mismo día
asolaron la capital (en una jornada de revuelta conocida como el
"Bogotazo") fueron la causa de que la Universidad Nacional cerrara
indefinidamente sus puertas. García Márquez perdió muchos libros y manuscritos
en el incendio de la pensión donde vivía y se vio obligado a pedir traslado a
la Universidad de Cartagena, donde siguió siendo un alumno irregular. Nunca se
graduó, pero inició una de sus principales actividades periodísticas: la de
columnista. Manuel Zapata Olivella le consiguió una columna diaria en el recién
fundado periódico El Universal.
El Grupo de Barranquilla
A principios de los
años cuarenta comenzó a gestarse en Barranquilla una especie de asociación de
amigos de la literatura que se llamó el Grupo de Barranquilla; su cabeza
rectora era don Ramón Vinyes. El "sabio catalán", dueño de una
librería en la que se vendía lo mejor de la literatura española, italiana,
francesa e inglesa, orientaba al grupo en las lecturas, analizaba autores,
desmontaba obras y las volvía a armar, lo que permitía descubrir los trucos de
que se servían los novelistas. La otra cabeza era José Félix Fuenmayor, que
proponía los temas y enseñaba a los jóvenes escritores en ciernes (Álvaro
Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, entre otros) la manera de no
caer en lo folclórico.
Gabriel García
Márquez se vinculó a ese grupo. Al principio viajaba desde Cartagena a
Barranquilla cada vez que podía. Luego, gracias a una neumonía que le obligó a
recluirse en Sucre, cambió su trabajo en El Universal por una columna diaria en
El Heraldo de Barranquilla, que apareció a partir de enero de 1950 bajo el
encabezado de "La jirafa" y firmada por "Septimus".
En el periódico barranquillero trabajaban también
Cepeda Samudio, Vargas y Fuenmayor. García Márquez escribía, leía y discutía
todos los días con los tres redactores; el inseparable cuarteto se reunía a
diario en la librería del "sabio catalán" o se iba a los cafés a
beber cerveza y ron hasta altas horas de la madrugada. Polemizaban a grito
herido sobre literatura, o sobre sus propios trabajos, que los cuatro leían.
Hacían la disección de las obras de Defoe, Dos Passos, Camus, Virginia Woolf
y William Faulkner, escritor este último de gran influencia en la
literatura de ficción de América Latina y muy especialmente en la de García
Márquez; en el famoso discurso "La soledad de América Latina", que
pronunció con motivo de la entrega del premio Nobel en 1982, el colombiano
señaló que William Faulkner había sido su maestro. Sin embargo, García Márquez
nunca fue un crítico, ni un teórico literario, actividades que, además, no
fueron de su predilección: siempre prefirió contar historias.
Álvaro Cepeda Zamudio y García Márquez
En la época del
Grupo de Barranquilla, García Márquez leyó a los grandes escritores rusos,
ingleses y norteamericanos, y perfeccionó su estilo directo de periodista, pero
también, en compañía de sus tres inseparables amigos, analizó con cuidado el
nuevo periodismo norteamericano. La vida de esos años fue de completo
desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La Cueva, un bar que pertenecía al
dentista Eduardo Vila Fuenmayor y que se convirtió en el sitio mitológico en el
que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a hacer locuras: todo era
posible allí, hasta las trompadas entre ellos mismos.
También fue la época en que vivía en pensiones de
mala muerte, como El Rascacielos, un edificio de cuatro pisos ubicado en la
calle del Crimen que alojaba también un prostíbulo. Muchas veces no tenía el
peso con cincuenta para pasar la noche; entonces le daba al encargado sus
mamotretos (los borradores de La
hojarasca) y le decía: "Quédate con estos
mamotretos, que valen más que la vida mía. Por la mañana te traigo plata y me
los devuelves".
Los miembros del Grupo de Barranquilla fundaron un periódico de vida muy
fugaz, Crónica, que según ellos sirvió para dar rienda suelta a sus inquietudes
intelectuales. El director era Alfonso Fuenmayor, el jefe de redacción Gabriel
García Márquez, el ilustrador Alejandro Obregón, y sus colaboradores fueron,
entre otros, Julio Mario Santo Domingo, Meira del Mar, Benjamín Sarta, Juan B.
Fernández y Gonzalo González.
EL PREMIO NOBEL
Premio Nobel de Literatura
En la madrugada del
21 de octubre de 1982, García Márquez recibió una noticia que hacía ya tiempo
que esperaba por esas fechas: la Academia Sueca acababa de otorgarle el ansiado
premio Nobel de Literatura. Se hallaba entonces exiliado en México, pues el 26
de marzo de 1981 se había visto obligado a salir de Colombia para eludir su
captura; el ejército colombiano quería detenerlo por una supuesta vinculación
con el movimiento M-19 y porque durante cinco años había mantenido la revista
Alternativa, de corte socialista.
La concesión del
Nobel fue todo un acontecimiento cultural en Colombia y en Latinoamérica. El
escritor Juan Rulfo opinó: "Por primera vez después de muchos años se ha
dado un premio de literatura justo". La ceremonia de entrega del Nobel se
celebró en Estocolmo los días 8, 9 y 10 de diciembre; según se supo después,
disputó el galardón con el novelista británico Graham Greene y el alemán Günter
Grass.
En la entrega del Nobel (1982)
Dos actos
confirmaron el profundo sentimiento latinoamericano de García Márquez. A la
entrega del premio fue vestido con un clásico e impecable liquilique de lino
blanco, por ser el traje que usó su abuelo y que usaban los coroneles de las
guerras civiles, y que seguía siendo de etiqueta en el Caribe continental. Y
con el discurso "La soledad de América Latina" (leído el miércoles 8
de diciembre de 1982 ante la Academia Sueca en pleno y cuatrocientos invitados
y traducido simultáneamente a ocho idiomas), intentó romper los moldes o frases
gastadas con que tradicionalmente Europa se ha referido a Latinoamérica, y
denunció la falta de atención de las superpotencias hacia el continente.
El flamante Nobel
dio a entender cómo los europeos se han equivocado en su posición frente a las
Américas, quedándose tan sólo con la carga de maravilla y magia que se ha
asociado siempre a esta parte del mundo, y sugirió cambiar ese punto de vista
mediante la creación de una nueva y gran utopía, la vida, que es a su vez la
respuesta de Latinoamérica a su propia trayectoria de muerte. El discurso es
una pieza literaria de elevado estilo y de hondo contenido americanista, una
hermosa manifestación de su personalidad nacionalista, de su fe en los destinos
del continente y de sus pueblos. Confirmó asimismo su compromiso con
Latinoamérica, convencido desde siempre de que el subdesarrollo afecta a todos
los elementos de la vida latinoamericana; los escritores de esta parte del
mundo deben, por consiguiente, estar comprometidos con la realidad social
total.
Con motivo de la
entrega del Nobel, el gobierno colombiano, presidido por Belisario Betancur,
programó una vistosa presentación folclórica en Estocolmo. Presentó además una
emisión de sellos con la efigie de García Márquez dibujada por el pintor Juan
Antonio Roda, con diseño de Dickens Castro y texto de Guillermo Angulo, a
propósito de la cual el escritor colombiano expresó: "El sueño de mi vida
es que esta estampilla sólo lleve cartas de amor".
SUS ULTIMOS AÑOS
Desde que se
conoció la noticia de la obtención del premio, el asedio de periodistas y
medios de comunicación fue permanente y los compromisos se multiplicaron.
Finalmente, en marzo de 1983, Gabo regresó a Colombia. En Cartagena lo esperaba
su madre, doña Luisa Santiaga Márquez de García, en su casa del Callejón de
Santa Clara, en el tradicional barrio de Manga, con un suculento sancocho de
tres carnes (salada, cerdo y gallina) y abundante dulce de guayaba.
Gabriel García Márquez
Después del Nobel,
García Márquez se ratificó como figura rectora de la cultura nacional,
latinoamericana y mundial. Sus conceptos sobre diferentes temas ejercieron
fuerte influencia. Durante el gobierno de César Gaviria Trujillo (1990-1994),
junto con otros sabios como Manuel Elkin Patarroyo, Rodolfo Llinás y el
historiador Marco Palacios, formó parte de la comisión encargada de diseñar una
estrategia nacional para la ciencia, la investigación y la cultura. Pero acaso
una de sus más valientes actitudes fue el apoyo permanente a la revolución
cubana y a Fidel Castro, la defensa del régimen socialista impuesto en la isla
y su rechazo al bloqueo norteamericano, que sirvió para que otros países
apoyasen de alguna manera a Cuba y evitó mayores intervenciones de los
estadounidenses.
En el terreno literario, apenas tres años después
del Nobel publicó otra de sus mejores novelas, El amor en los tiempos del cólera (1985), extraordinaria y dilatadísima
historia de amor que tuvo una tirada inicial de 750.000 ejemplares. Deben
destacarse asimismo la novela histórica El general en su laberinto (1989), sobre el libertador Simón Bolívar, y
los relatos breves reunidos en Doce cuentos peregrinos (1992). Tras algunos años de silencio, en
2002 García Márquez presentó la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla, en la que repasa los primeros treinta años de su
vida. La publicación de esta obra supuso un magno acontecimiento editorial, con
el lanzamiento simultáneo de la primera edición (un millón de ejemplares) en
todos los países hispanohablantes.
En 2004 vio la luz la que iba a ser su última novela, Memorias de mis putas tristes; en 2007 recibió sentidos y multitudinarios homenajes por triple
motivo: sus 80 años, el cuadragésimo aniversario de la publicación de Cien años de soledad y el vigésimo quinto
de la concesión del Nobel. Falleció el 17 de abril de 2014 en Ciudad de México,
tras de una recaída en el cáncer linfático por el que ya había sido tratado en
1999.
Mapa Geografico Que Representa La Obras de Gabriel Garcia Marquez
Por todo el legado
literario que nos dejo es imposible ubicarlo en un punto exacto de la Geografía Mundial ya que su obra
fue traducida a más de 40 idiomas….
Gabo fue y será
Universal…..
Linea del tiempo
1928- Nació
en Aracataca (Colombia)
1935- Comenzó sus estudios en barranquilla
1940- Hizo el bachillerato en Zipaquirá
1947- Se matriculo en la facultad de ciencias políticas y público en el diario
"el espectador"
su cuento "la
primera designación"
1950- Escribió una columna en el periódico "el Heraldo" de
barranquilla y bajo el seudónimo
de séptimos
1952- Publico el capítulo inicial de "la Hojarasca"
Empezó su vida como artista algunas de sus obras más importantes
1955- La hojarasca
1961- El coronel no tiene quien le escriba
1962- Los funerales de la mama grande
1967- Cien años de soledad
1975- El otoño del patriarca
1981- Crónica de una muerte anunciada
1985- El amor en los tiempos del cólera
1989- El general en su laberinto
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